miércoles, 4 de abril de 2007

2002 - Viaje a Nepal

Intercambio epistolar con un querido profesor y amigo

Nota: La idea era publicar el reportaje que hice sobre un viaje de trabajo a Nepal en 2002 apoyándome en las cartas que escribí y enviaba por correo electrónico a mi primer profesor de Diseño, Oscar Tenreiro. Sus comentarios me parecen muy estimulantes así que decidí incluirlos en este relato (sin su permiso, por cierto...).

Victor Ochoa

I

El domingo 10 de febrero llegué en un repentino viaje a esta capital de los Himalayas. El clima parece el de San Antonio de los Altos (suburbio de Caracas) a mil metros sobre el nivel del mar en un valle rodeado por montañas de 3 mil metros despegadas de la cordillera himalaya con picos nevados de más de 6 mil metros. En el trayecto hacia el hotel fuimos interceptados tres veces por el ejército que busca guerrilleros maoístas (¿cuál será su inspiración si ya no existe el maoísmo "real"?).


El hotel es muy bonito. Tiene algo de Kahn (por el uso del ladrillo) pero más de Wright en los detalles. Sin embargo es definitivamente nepalés. Los techos son elegantes dentro del estilo austero de las edificaciones.

El vuelo fue largo, casi seis horas desde Shanghai, pero afortunadamente me subieron de categoría y allí me encontré con un viejo compañero de Tsinghua (él es nepalés). El vuelo no es en linea derecha sino que bordea el Tíbet sobrevolando entonces Myanmar (Birmania) y Bangladesh en el trayecto.


La invitación es para remodelar un casino que atraiga "VIP´s" particularmente chinos. Eso implicaría el uso de un lenguaje afín a la cultura cabalística china...
El que me trajo es un indio mayor con 25 años aquí pero el dueño resultó ser un americano con ídem de años en estas tierras del Shangri-lá. El diseño y fabricación de los elementos deberemos hacerlo en China para luego embarcarlos, vía Calcuta, a Nepal. Habrá que supervisar la obra. Etc... Como imaginarán no sé cuánto cobrar ni cómo encarar el asunto. Todo es tan exótico, complejo e inusual (yo nunca he jugado, para empezar).

El sábado debo regresar a casa. Espero poder visitar Pokhara que dicen es el lugar más bello del mundo (lagos, reflejos del Everest, búfalos de agua, flora y fauna). Los nepaleses son 22 millones pero pertenecen a 60 etnias. No lo sabía pero sí lo parecen. Todos son distintos dentro de una generalidad tibetana o, más cercanos a nosotros, peruanos de la sierra. Hay gente muy pequeña (estoy sorprendido, parecen jugueticos) otros muy mongoles o arios. La mayoría parece una mezcla entre indios y tibetanos.

II

Mañana temprano salgo para Pokhara y espero que no se caiga el avión. Debo regresar el sábado. Esa noche seguiré viaje a Shanghai.

Kathmandú es muy pobre y caótica. Muchísima contaminación, pocas calles y menos de aceras. Dicen que la corrupción es tan rampante que las agencias multilaterales ya se cansaron de financiar proyectos que nunca se realizaban, todo quedaba en los bolsillos de los "vivos" - aquí también los hay. Lo que se ve a primera vista no es como para incitar a nadie venir, sin embargo, como siempre ocurre en estos países antiguos y "misteriosos", lo bueno hay que buscarlo un poco.


Ayer visité una gran estupa búdica donde se reúnen vendedores de artesanía y baratijas; turistas y algunos jóvenes siguiendo los pasos de los hippies de antaño. A un joven europeo lo escuché tocar Blackbird (Beatles 68) en una guitarra prestada. Casi que lo acompaño con la letra.

El taxista que me esperaba, me ofertó llevarme a una ciudadela, la antigua ciudad, Bakthapur (la ciudad de los devotos) que es realmente impresionante. Eso es un mundo en sí mismo situado sobre una meseta. Un poco retirado del "dowtown". Antes había tratado de visitar el museo de la ciudad pero estaba cerrado.

Hoy tuve una reunión con el verdadero cliente. Es un americano de Las Vegas. El no está interesado en la arquitectura ni en los detalles sino en que haga algo suficientemente bueno como para atraer una clientela VIP, donde indios y chinos son el objetivo principal. En esos países el juego es ilegal. Aunque creo que no quieren gastar mucho, ya siento que están mentalizados a un determinado nivel. Quieren intervenga la fachada (agregar agua, cascada, fuente, etc.), le ponga luz (fibra óptica). Me llevaron esta tarde a visitar el Hyatt y es realmente impresionante. Diseñado por nepaleses pero con intervención gringa, de HK, Japón y de la India. Es un palacio de 5 cuerpos muy moderno, algo minimalista, pero con gran énfasis en las tradiciones indias y nepalesas. Rodeado de campos de golf y grandes fuentes.

Quedé muy impresionado y pensativo. Ese mundo nada tiene que ver con lo que hay fuera, la inmundicia, la pobreza. El agua está contaminada y la gente se muere de cualquier cosa. El hotel además estaba casi vacío. Hay una suerte de bar restaurante de tres niveles muy profundos hecho en base a piedra bellísimo. En Venezuela parece imposible tengamos ejemplos de este lujo asiático.


Espero comprender bien: los clientes quieren algo de primera, nivel internacional. Competitivo y mejor que los otros tres casinos de la ciudad (también de su propiedad). Tengo que diseñar, prefabricar, embarcar,supervisar y traerme hasta el maestro de obra y los obreros claves. No sé si podré pero aunque me dá cierto asco lo del casino, tengo que verlo como un ejercicio más de diseño, de competencia profesional, de trabajar salvando distancias, idiomas e idiosincracias. Como siempre, el tiempo es clave y ya para el 10 de marzo he de tener una presentación lista. Irán a Beijing a verme y posiblemente intenten traerme con un grupo de inversores chinos y de HK.

Tendré que decidir pronto si tomo el proyecto. Tengo otros tres ya comenzados: una remodelación de casa unifamiliar para una familia mormona (el 20 comienzan las obras). Una casa con caballeriza (20 equinos) y pista abierta y cerrada para salto. Una reconversión de graneros en un centro comercial (venta de repuestos de autos y exhibición de vehículos) en Xian. Me interesan la casa y los caballos. Es a partir de cero, se trata de un viejo amigo, abogado, y no sólo diseñaré sino que construiré.

III


Esta mañana (9 de febrero) regresé de Pokhara donde pasé dos días muy agradables. Este poblado está a 200 kms.(media hora de vuelo) de la capital Kathmandú pero son 7 horas por carretera. Es un valle muy hermoso dominado por un lago y espectaculares vistas de los picos de los Himalayas occidentales.

Numerosos montañistas jóvenes y pensionistas de Europa, Japón y Taiwan encontré durante mi estadía. Conocí a cuatro ingenieros chinos que trabajan en un proyecto minero en Bangladesh y aprovecharon unos días de asueto y la cercanía. Una pareja de diplomáticos venezolanos “Carmelo” se habría hospedado en el Fish Tail Lodge. Un chileno apodado “el loco de la montaña” dejó huella así como un grupo de montañistas argentinos, según pude ver en la calcomanía pegada en la recepción.

Un grupo británico de ornitólogos amateur comparaba notas en la postmesa de la cena. Estuvieron en Venezuela (Parque Henry Pittier y Mérida) en agosto del 2000. Numerosos hotelitos y pensiones acogen a los extranjeros y el menú puede ser tan amplio que incluye comida mexicana, tailandesa, china, japonesa e italiana, amén de india, nepalesa y de las Fronteras Occidentales (afghana).



El viaje no fue solamente para descansar sino conocer un hotel apartado del lago construído hace tres años por el dueño de la franquicia nepalesa de la Cerveza San Miguel. El conjunto del Fulbari (Jardín de Flores – el resort más cercano al Cielo) es suntuoso y elegante, emplazado sobre un cañón desde donde se disfruta de una tranquilidad paradisíaca, vistas ídem sobre los arrozales, bueyes abajo al fondo del abismo y con las ineludibles montañas nevadas como fondo.

La sensación de lujo asiático permeaba todos los detalles. Desde los descansos y recovecos arquitectónicos hasta los baños de hierbas y masajes tibetanos impartidos en exclusivos cuartos con vistas sobre los jardines. Una terraza (deck) colgante, fuentes, piscina climatizada que se funde con el horizonte, celosías, tallas y puertas y ventanas de madera oscura famosas en Nepal, a veces inscrustadas en los muros de ladrillo de junta seca. Una hermosa chica de Darjeeling me recibió y me paseó por las instalaciones. Luego tomé un almuerzo indio por mi cuenta.


Nepal es un país bastante pobre y rural. La vida en las calles de Kathmandú parece una mezcla de medioevo con todos los problemas y características comerciales de la vida contemporánea. Los servicios están agobiados sin embargo, el internet existe en todas partes y los vuelos, aunque escasos, salen con puntualidad. La vialidad es un desastre y aparentemente la salubridad dista mucho que desear. Las viviendas son muy elementales, casi no se ven edificios de oficinas o de carácter institucional, aunque ví un centro de conferencias internacional muy nuevo y enorme. En medio de esto, aparecen esos hoteles como llegados de otro mundo, con servicio y atención impecable.

Los monumentos necesitan atención aunque son muy llamativos y exóticos. El erotismo está presente en casi toda la arquitectura religiosa a través de sus tallas, columnas, retablos y esculturas lamaístas e hindúes.

Las razas y grupos étnicos es lo que más me ha llamado la atención. Los rostros son de una diversidad tremenda. La influencia mongola-tibetano es obvia así como la de los indo-arios. Son tranquilos, atentos, discretos y parecen llevar la vida con un sentido de dignidad que se extraña en otros países de la zona. Hay más de 60 grupos con lenguas y costumbres propias. Nepal tiene 22 millones de habitantes. La altitud de los dos valles visitados es similar a la de Caracas y el clima varía 20 grados diariamente.
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IV

Querido Victor,

Siempres me sorprendes con tus andanzas. En eso te seguiré envidiando un poco. Sobre todo ahora al cruzar los sesenta, cuando empiezo a pensar que lo mejor de la tierra es tanta diferencia, tantos matices, tanta historia...donde hay historia. Y por contraste también me lamento, o mejor dicho me doy cuenta de cuán poca historia parecen habernos dejado estas brisas y aguas benefactoras del Caribe que es donde pasamos las vacaciones estos amigos tuyos. Sí, estuvimos por Chuspa, donde
alcanzábamos por momentos alejarnos de ese bullicio artificial de parlantes negros Kenwood electrificados prioritariamente en cualquier festividad, que envían su escándalo para proclamar que aquí diversión y entretenimiento "tiene" que ser zaperoco y muchos, muchos decibeles.
Me gusta por supuesto que cuentes y que llegues a detallar y te auguro dificultades en esa empresa de captar en un casino moderno que en fin de cuentas es un negocio nada cabalístico, (ni que ver con) los misterios y peculiaridades de la antigua cabalística oriental. Pero saldrás avante por supuesto. Y me mandarás fotos.

A tu hermano y familia también le toca su pequeña cuota de envidia. Malasia ya los conoce.

Recuerdos y cariño de todos nosotros.
Un gran abrazo.

V

Querido Víctor:
Tus relatos de arquitecto suenan como si se tratara de los de un James Bond con regla y escuadra. Viajes a lugares misteriosos, de esos sobre los que uno leyó en libros que ya no recuerda, entrevistas con personajes singulares como un americano de las Vegas que es dueño de todos los casinos de Kathmandú, viaje en avión con un compañero de estudios nepalés con el que compartes en el más coloquial idioma chino los recuerdos de la época de estudiantes en las aulas de una Universidad desde cuyas ventanas se ven (o se veían) los patios de la Ciudad Prohibida (esto me lo invento yo) o las procesiones de Guardias Rojos (también me lo invento) que agitan el Librito y sus voces interrumpiendo la clase de geometría analítica. Algún cuento sobre actividades furtivas en alguna zona prohibida (moralmente) de la gran ciudad. etc. etc. Todo para el Víctor trashumante mientras uno aquí sigue su rutina de arepas en la mañana y televisión antichavista en la noche oyendo siempre las mismas cosas sobre un país sobre el cual todos creemos saberlo todo por la sencilla razón de que son pocos los que están haciendo algo distinto a simplemente ganarse la vida o reunir dinero para viajar a Miami.

Por esos lados por donde andas, si bien es verdad que como ustedes (tú y Antonio) lo recalcan, la gente vive constreñida en el corsé de la milenaria tradición, no es menos verdad que las cosas transcurren como siguiendo un destino que siempre parece planetario, universal, o por lo menos digno de algún escenario de aventuras que interesa por igual a un noruego que a un habitante de Bostwana. Los Himalayas, Nepal, Shanghai, un tahur americano, un hotel con lujo asiático, bueno, lo que falta es que te encuentres en algún pasillo con alguna princesa europea en viaje de bodas o que te lleven en algún vehículo con tracción humana a fumar opio en algún desvencijado local donde hay mujeres semiveladas, o eunucos, o qué sé yo cual tipo humano digno del cuento.

Claro, también debe ser cierto que al llegar a Pokhara debes haberte encontrado con televisores Sony, motocicletas Yamaha, Mercedes Benz o el siempre bien loado Mac Donald, pero esos accidentes es mejor no relatarlos y seguir sumergido en toda clase de imaginería oriental todavía no devaluada.

La verdad Víctor es que, salga sapo o salga rana, es decir, hagas o no hagas el casino, te puedes dar por muy feliz de ir a ver un cliente en Kathmandú en lugar de San Carlos, Cojedes, como yo, aunque te confieso que para yo envidiar totalmente tu experiencia tendría que hablar chino a la perfección y ser capaz de pasearme por todo tipo de lugares disfrutando como tú disfrutas. Y me da la impresión de que hoy por hoy como que me conformo con San Carlos porque el miedo de lo desconocido es
más difícil de superar a los sesenta y pocos que a los cuarenta y tantos como es tu caso.

Sígueme contando por favor, cuando logres el tiempo. Porque para mí el asunto es como de novela de aventuras. Lo disfruto mucho y ya tengo en mi cabeza bastante claros los lugares, el hotel, los personajes y todas las cosas que estás viviendo.

Y que te quede chévere el casino.,

Un gran abrazo.
Oscar

Víctor, se me olvidaba, por supuesto que debes tomar el trabajo. Apóyate en terceros pero afronta el reto. Tendrá siempre interés, aunque sea difícil y hasta te dé un poco de asco. Echale pichón. Todos hemos hecho cosas raras mientras tenemos el empuje.
Oscar

VI

Oscar, te agradezco tus correos y comentarios. No dejas de ser el profesor y eso me honra. Me divierte el que de alguna manera disfrutes de este relato. Yo creo que le damos un valor especial a esta experiencia dado lo remoto que nos resulta todo ello, no obstante, una vez allí y visto quiénes pasan por el lugar, no puedo dejar de pensar en que buena parte del misterio se debe a nuestra propia ignorancia y miedo a adentrarnos en mundos extraños. Yo mismo, con todo lo curioso que soy, nunca me atreví visitar este territorio. Ahora resulta que volveré con inusitada frecuencia (si llegamos a firmar el contrato).

Te adelanto el texto que escribí a la vuelta de Pokhara que intentaba ser un resumen del viaje y necesita ser revisado. Creo que sigue siendo muy aséptico pero es que estoy dejando los detalles jugosos para cuando escriba mis memorias (si he de atreverme...). Bueno, en todo caso, tu imaginación vuela bastante y quien dice que no podamos escribir juntos el guión de una novela o acaso, ¿una película?
Un abrazo,
Victor

VII

Querido Víctor:
Esa conexión que haces entre el "misterio", y la ignorancia sobre lo "misterioso", es buena, es verdadera. Se ha dicho muchas veces que lo distinto nos parece misterioso sólo por ser distinto. De todos modos,también actúa en ese juego la distancia, esa idea de "la otra cara" de mundo que aparece siempre en cualquier evocación o mención de la muy distante Asia...y su corazón que es desde luego China.

Una de esas mañanas en las que me levantaba más temprano que tú y Nubia, allá en tu apartamento, y trataba subrepticiamente de cerrar puertas o ventanas para evitar el efecto de ese calor pekinés tan duro, como agobiante, captando más aire acondicionado; una de esas mañanas veía que más allá del muro que delimita la propiedad del conjunto donde vives,pasaban los campesinos y si mal no recuerdo (tal vez esta imagen se confunde en mi memoria) un buey arrastraba un arado guiado por uno más de esos campesinos que eran como el "background" de los edificios medio
Inavi medio burgueses de tu comunidad.

Esos campesinos caminando, bordeando el muro, sus vestidos, el ambiente que yo percibía como flotando sobre esa tranquilidad de campo cultivado o por cultivar tan cercano a la zona "civilizada", me ponía pensativo. Recalcaba el temor de estar en una parte del mundo en la que yo podía morir de mengua si de repente estuviera sólo y saltando el muro trataba de encontrar alguien que me entendiera para, simplemente, buscar algún apoyo o sentarme a conversar. La escena era oriental, radicalmente oriental, a pesar de que si miraba hacia atrás podía ver en la cocina una bolsa de Harina Pan. Y por oriental era ajena, totalmente ajena para mí. Y eso me hacía sentir
como un ligero temor al darme cuenta de mi distancia con lo que me rodeaba.

Es verdad que mi distancia es ignorancia. Pero también es pura y simple distancia. Después de todo vivo aquí en el otro lado de tu mundo. Por más cerca que me sienta de ustedes (y fíjate que desde hace un tiempo me siento más cerca que nunca) lo oriental para mí es misterioso y lejano. A pesar de que sé que te mueves allá como pez en el agua y que las dependientas sonríen oyendo la claridad con que pronuncias el chino, yo no puedo a mis años pensar sino que soy en esos espacios un perfecto
y definitivo extranjero. Y si eso es en Pekín, ya poblado de comercios occidentales, de brasseries y gelatterias, cómo será en Kathmandú y Pokhara. La distancia se agrava con aquello de "loro viejo". No descarto que si ese viaje lo hubiera hecho a los quince años ya estuviera chapurreando el chino y hasta me habría enamorado de alguna de esas jovencitas que ayudaban a que Nubia se probara el vestido.

Y con eso del enamoramiento se abre la otra cuestión, la humana, la de la cercanía a las personas, la de considerar al otro o la otra muy cercano, la mejor manera de que desaparezca el misterio. Uno podría ¿por qué no? enamorarse de alguna nepalesa de rasgos, como tú dices, mongoles o "indo arios" y desaparecería la ignorancia sobre razas y preferencias luego de haber paseado por algún lugar de esas ciudades agarradito de manos hablando sobre cualquier cosa.

Es ese toque de humanidad el que en definitiva permite saltar sobre lo aparentemente misterioso. Lo que me hace a mí pensar que si yo pudiera pedirle al diablo algún favor a cambio de mi alma, le pediría en primer lugar que me permitiera hablar cualquier lengua con la mayor naturalidad, que pudiera dominar los matices, lo directo, lo más coloquial. Sería uno, me parece, dueño de las más grandes riquezas del mundo.

Desparecerían todos los misterios si, por ejemplo, yo pudiera ser capaz de sentarme (como tal vez tú lo has hecho) a conversar con algún monje lamaísta no sólo en su lengua, sino incluso en su idioma, es decir en las claves que a él le interesan, lo motivan. Eso de hablar "con naturalidad" es como transfigurarse. Es el Don que según el Evangelio le dió el Espíritu Santo en forma de lengua de fuego a los Apóstoles. Salieron de allí hablando "en todas las lenguas". No creo que haya una cosa más maravillosa que esa.

Salvo tal vez el tocar a la perfección cualquier instrumento musical. Ese sería el otro Don que pediría si me fallara el primero. O si me dijeran que aspiraba a demasiado. Porque si uno pudiera dominar cualquier lenguaje musical se le abrirían todas las puertas, desaparecerían todos los límites, se prendarían de uno todas las mujeres. Como leía yo en estos días que ocurría con Paganini. Un hombre feo, deforme incluso, con aspecto de bicharraco, que apenas tocaba el violín ponía a sus pies a la más bellas, a las más delicadas, a las más sensibles.

Bueno, Víctor, es todo. Como ves, un viaje a Nepal da para todo.
Un gran abrazo y la mejor suerte.
Oscar

VIII

Gracias Oscar, veo que estás inspirado de verdad. De pronto siento que lo de hablar chino como que es algo especial (sobretodo para quien no lo habla, por lo visto). Tú hablas buen inglés (o al menos lo entiendes en su complejidad) y quizá no habías reparado en el mundo amplio que la lengua de Joyce y Shakespeare te ha deparado todas estas décadas (ahora que estás empeñado en presentarte viejo...). El inglés nos ha permitido profundizar mucho más que el chino. Es mi caso. Pero claro, los ojos rasgados, la piel amarilla y toda esa historia que se oculta tras esas máscaras nos hace sentirlos más misteriosos. Quizás una charla con Adolfo pueda desmistificar ese sentimiento. El te podrá hablar de lo pueril e infantil de muchos de mis vecinos...

En todo caso quiero recordarte que fueron tú y Jesús quienes me apoyaron la decisión de venir a estudiar a China. Tú quizás con alguna reservita, pero eso lo achaco a tu sentimentalismo por no perder uno de tus buenos alumnos...

Un abrazo que es hora de dormir,
Victor

PD 1. Tuve que llegar hasta Nepal para poder adquirir un par de postales donde aparecen elefantes copulando. Dada la poca intimidad que existe por acá, en ambos casos hay un señor montado sobre el macho. ¿Cuál será su papel ahí?